En la década de los 90 recuerdo que este era el planteo que se daba en medios de comunicación, en congresos educativos y hacia adentro de las mismas instituciones. ¿La violencia nacía en las escuelas o entraba a ellas?
Era la época en la que se replanteaban los modelos disciplinarios después de años de dictadura.
Fue el momento en el que recién recibida, comenzaba con mis primeras experiencias como docente de escuela de primaria. Y el panorama era complejo…
Pero este replanteo ha vuelto y…recargado
En los últimos días, distintos episodios de violencia en las escuelas volvieron a poner en agenda una preocupación que recorre a familias, docentes y comunidades educativas de todo el país. El caso de la directora de la Escuela 356 de Plottier (Neuquén), agredida físicamente por familiares de una estudiante, o la planificación de un ataque por parte de un grupo de estudiantes, que terminó viralizándose en redes sociales, son apenas dos ejemplos recientes de una situación que nos obliga a pensar en profundidad: ¿la violencia «nace» en las escuelas o es expresión de algo mucho más amplio?
La primera tentación suele ser señalar a la escuela como origen de los problemas: «falta de autoridad», «ausencia de límites», «malas conductas de los jóvenes». Sin embargo, limitar el análisis al interior de las instituciones educativas es, al menos, una mirada parcial. La violencia que irrumpe en las escuelas no surge de la nada. Silvia Bleichmar, señalaba en su libro “Violencia social-violencia escolar” , que las violencias son síntomas de un tejido social desgarrado, donde las promesas de futuro para las nuevas generaciones se ven cada vez más lejanas. Y escribió:
«Cuando el horizonte de posibilidades se achica, cuando los proyectos de vida se frustran, la violencia aparece como un modo fallido de existir en un mundo que no ofrece otros modos de reconocimiento»
Así, los hechos violentos que atraviesan las escuelas deben ser entendidos como expresiones de conflictos sociales más amplios: desigualdad, exclusión, falta de diálogo, desconfianza en las instituciones. No son «problemas escolares» en sentido estricto, sino problemas sociales que se expresan en la escuela porque la escuela no es un mundo aparte. Es, como siempre, un espejo (a veces deformado, a veces dolorosamente fiel) de la sociedad.
Por eso, si queremos pensar en caminos de prevención y abordaje de las violencias, necesitamos mirar más allá de la sanción inmediata o del pedido de «mano dura» dentro de las aulas. La prevención empieza por fortalecer los lazos, construir comunidad y abrir espacios de palabra. La escuela debe ser un espacio de construcción de subjetividades.
Y por eso quiero acercarte tres sugerencias para trabajar en prevención, que quizás ya hagas, pero que es bueno recordar cuando la desesperación y la desesperanza nos domina.
Crear espacios de diálogo genuino 💬
No esperar a que el conflicto estalle para abrir el diálogo. Proponer instancias periódicas donde estudiantes y docentes puedan expresar sus malestares, preocupaciones y sentimientos, en un clima de escucha activa. Y este espacio debe incluir también a las familias, hacerlas partícipes de la formación, de espacios formales e informales de comunicación construye confianza y diálogo.
Trabajar el eje de la valoración de la afectividad y la resolución pacífica de conflictos 😡☺️😟
Incluir en los proyectos pedagógicos herramientas para que las y los estudiantes aprendan a reconocer sus emociones y resolver diferencias sin recurrir a la violencia. El eje de la afectividad es uno de los más vapuleados y confundido. Se habla de “gestión” de las emociones cuando en realidad es necesario reconocer esas emociones, alojarlas y ponerlas en palabras y no en acción. Aprender a resolver los conflictos y saber que forman parte del vínculo con el otro, es parte de la tarea también.
Fortalecer el sentido de pertenencia a la comunidad escolar 🏫
- Proyectos que generen comunidad, actividades intergrupales, redes de tutorías entre estudiantes. Cuando las chicas y los chicos sienten que «su» escuela es un espacio donde son valorados y tienen un lugar, es más difícil que se den situaciones de violencia. La escuela- dice Bleichmar-debe ser un espacio de construcción de subjetividades.
La violencia no es un fenómeno inevitable, pero tampoco es un «accidente aislado» de ciertos contextos escolares. Es un síntoma que nos interpela como sociedad. La escuela, lejos de ser la culpable, puede ser uno de los lugares desde donde se comience a construir otra forma de convivencia. ¿ Vos qué opinas?