Todos los cambios que ocurren en la pubertad son la puerta de entrada a una etapa y un posicionamiento (ya desarrollaré esto) que es la adolescencia.
Pubertad y adolescencia son dos caras de una misma moneda, son dos procesos completamente integrados. La pubertad se inicia con los cambios físicos producto del funcionamiento de las hormonas, y la adolescencia se abre a partir de estos cambios, con todo el proceso psíquico y social que implica ser adolescente en esta época.
¿Y por qué dije que la adolescencia es una etapa, pero también un posicionamiento? Porque si bien se desarrolla en un tiempo más o menos específico, es una realidad que las características adolescentes pueden persistir más allá de la edad considerada para la etapa. Nos posicionamos, nos ubicamos como adolescentes a través de las acciones y de los trabajos psíquicos que debemos resolver. Por eso, si a los treintaypico alguien sigue haciendo y actuando como un adolescente, ya no es por la etapa en sí sino porque está posicionado, actúa, piensa y decide como si fuera adolescente.
Todos los trabajos psíquicos que implica la adolescencia, tienen un tiempo, requieren de un proceso. Pero si no se realizan, es muy probable que “ese ser adolescente” persista más allá de la edad.
Y esta serie de trabajos psíquicos y duelos que plantean distintos autores en esta etapa, se desarrollan en un contexto que dependerá de la época y de los sucesos del entorno.
Ser adolescente en pandemia, por ejemplo, fue realmente muy complejo. De un día para el otro se encontraron encerrados en sus casas, con su familia, sin poder realizar la necesaria salida al mundo. Las actividades grupales, sociales se restringieron a una pantalla de celular o de computadora (en el mejor de los casos…porque obviamente hubo chicos que no dispusieron de esto por su situación económica). Se quedaron sin el acompañamiento presencial de sus docentes y de pronto vieron a sus padres completamente desbordados, haciendo malabares y obviamente con el temor a la muerte rondando. Eligieron habitar otros tiempos en lugar de otros espacios, y así la madrugada fue el territorio de muchos de ellos cuando la casa pasó a ser un espacio sobrepoblado por toda la familia.
El sexting fue en aquel momento una propuesta desde el Estado para seguir en contacto con sus novios o novias, pero sin considerar, quizás, los riesgos que la práctica podría traer a quienes no sabían mucho del tema o no conocían los límites y cómo hacerlo de forma segura.
OnlyFans tuvo también su momento de mayor esplendor en pandemia. Y hacia allí fueron muchos y muchas adolescentes con la idea de producir material que les permitiera ganar en dólares. Pero esta plataforma, que fue promocionada hasta el cansancio en redes sociales, se transformó en un espacio de distribución de pornografía infantil y hasta hoy promueve la prostitución de adolescentes que son captadas por redes de trata. ( link a nota)
El mundo virtual se instaló en aquel momento como “el mundo real” (y para muchos lo sigue siendo) donde podían comunicarse e intercambiar con otras personas. Y entre ese y este mundo los y las adolescentes necesitaron (y necesitan) procesar su crecimiento cuidados, pero a la vez en libertad y aprendiendo a ser independientes.
Por eso no debe asombrarnos, pero sí ocuparnos, que cada época tenga distintas problemáticas que atañen al ser adolescente. En los años 60 los dolores de cabeza adultos tenían que ver con la posibilidad de una liberación sexual que pusiera en riesgo la estructura familiar tradicional, con la aparición del rock como espacio de rebeldía y con los bailes más descontracturados.
En la actualidad, los malestares adolescentes se manifiestan en TCA, autolesiones, consumos problemáticos, ludopatía…todas problemáticas de estos tiempos que marcan que a veces las maneras psíquicas de procesar pueden encontrar caminos diversos y complejos.
Los vínculos entre padres e hijos adolescentes son posiblemente hoy más abiertos y mejores que los de antaño… ¿pero alcanza? Pareciera que no. Los límites, los posicionamientos de los que hablamos, hacen que muchos adultos se hayan corrido de su lugar y hayan dejado, posiblemente sin querer, a muchos adolescentes a la deriva, sin marcos y sin horizonte.
Y es por eso, que sus duelos y trabajos psíquicos a veces puede ser que se manifiesten y se transformen en problemas de salud mental.
¿Qué hacer ante esto?
Primero hacernos cargo. Saber que como adultos somos nosotros quienes debemos ubicarnos como tal y tomar decisiones, aunque a veces nos resulte difícil.
Si actuamos como adolescentes, les quitamos a ellos ese espacio y ese tiempo y los hacemos adultos antes de tiempo.
Ser adulto implica poner límites, decir que no y soportar los enojos y las rabietas.
Ser adulto significa cuidarles y anticipar posibles situaciones.
Ser adulto es posicionarse en un lugar de responsabilidad, pero también de escucha atenta y de respeto a sus derechos y opiniones.
Y saber pedir ayuda cuando las situaciones nos superan. Ayuda profesional cuando la situación lo amerite o ayuda a la red de contención cuando precisemos una mano o una sugerencia.
¿Y vos qué situaciones con adolescentes te encontraste? ¿Qué situaciones te preocupan?
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